viernes, 21 de septiembre de 2012




IDENTIDAD
Y DISEÑO CURRICULAR


PARTICIPANTE: LUCAS ABDON LINCON HEREDIA

LA PAZ- BOLIVIA




LA IDENTIDAD EN EL DISEÑO CURRICULAR
Las élites (en sentido económico y educativo) configuran los vehículos másrápidos y eficaces para la diseminación de los estándares de la modernidad yde los valores universalistas que se originaron en el seno de la civilización occidental.
Así sea bajo la forma de modas efímeras, las llamadas clases altas sonlas primeras en abrazar y de manera entusiasta  las pautas de comportamientoy las ideas prevalecientes en las sociedades metropolitanas,que poco a poco llegan a ser vistas como normativas más o menos propias delas naciones periféricas. La preservación de la tradicionalidad queda restringidaa los estratos sociales de ingresos inferiores y menor acceso a la educación formal.
Aquí se manifiesta toda la conocida gama de fenómenos de alienación: laconsciencia colectiva sufre la escisión entre la antigua armonía social, culturaly económica de la época premoderna, que se desarrolló lenta y orgánicamente, por un lado, y la pluralidad, renovada incesantemente, de acciones colectivasy valores de orientación de la era moderna, por otro. La cosmovisión compartidahasta hace poco por la mayoría de la población latinoamericana erarelativamente simple, unitaria y englobante: entre sus valores fundamentalesserie interminable de fenómenos de mestizaje y aculturación. Además de lasinnumerables mezclas étnicas, se han dado variados procesos mediante loscuales la Bolivia contemporánea ha recibido la influencia de la cultura metropolitanaoccidental, que ha sido percibida como militar, técnica y organizativamentesuperior a la sociedad premoderna, siendo la consecuencia unasimbiosis entre los elementos tradicionales y los tomados de la civilización triunfante. Cultura significa también cambio, contacto con lo foráneo. El mestizaje puede ser obviamente traumático, perotambién enriquecedor. Se podría aseverar que las sociedades más exitosas, como las de Europa occidental, han sido aquéllas que han experimentadoun número relativamente elevado de procesos de aculturación. El tratar de volvera una identidad previa a toda transculturación es, por lo tanto, un esfuerzovano, anacrónico y hasta irracional: se puede pasar rápidamente de lasreivindicaciones antiimperialistas a las obsesiones nacionalistas y a las limpiezasétnicas. En el futuro lejano esta posibilidad no puede ser excluidatotalmente de la realidad boliviana.
En el área andina estos decursos evolutivos han exhibido una enorme complejidad.
Desde un comienzo se han dado diversas opciones para enfrentar elfenómeno de la presencia del conquistador exitoso aunado al inevitable procesode aculturación. Entre ellas se encuentran, por ejemplo: la permanenciaapática dentro de lo predeterminado por los agentes externos y el propio destino de frustración; la rebelión, habitualmente inútil, de los aborígenesasediados por la obsesión de un retorno a la identidad primigenia, y  elintentar un camino que combine el legado de los mayores con los avances civilizatoriosde las sociedades exitosas del momento. Esta última posibilidad esla practicada en suelo boliviano: el resultado puede ser descrito como una sendade desarrollo sincretista que preserva algunos fragmentos de un legado tradicionalcon tendencias particularistas y adopta algunos elementos de la civilizaciónmoderna de índole universalista. Se vislumbra en Bolivia una interesante amalgamaentre una defensa parcial de la propia tradición cultural y una apropiación lamentablemente acrítica— de los elementos técnico-económicos dela civilización industrial de Occidente.
En Bolivia hay algunos movimientos indigenistas e indianistas que propaganun etnocentrismo acendrado y hasta un racismo excluyente, acompañados porel designio de revitalizar las antiguas religiones, lengua y costumbres. Despuésde largos siglos de amarga humillación y explotación despiadada, es comprensibleque surjan corrientes de estas características, que se consagran auna apología ingenua del estado de cosas antes de la llegada de los conquistadoresespañoles. Pero a pesar de todo ello, las coerciones de la técnica moderna,la irradiación de valores normativos desde los centros yla necesidad de cohabitar con los mestizos y blancos han llevado a que unaporción considerable de estos movimientos ingrese a la senda de la moderacióny el compromiso, reconociendo a) la realidad inexorable de una sociedadmultinacional y pluricultural, b) la validez y bondad de los valores universalesy c) las ventajas de la cooperación con las otras comunidades étnico-culturales.
El camino más promisorio parece ser el de aceptar la diversidad dentrode la unidad del actual Estado boliviano, máxime si los gobiernos a partir de1982 parecen haber abandonado todo proyecto unificador y homogeneizanteque privilegie una sola identidad nacional. La senda del presente podría serdescrita como tolerarse y respetarse, aun sin entenderse del todo; por lo menosse tiende a dejar de lado la vieja propensión de imponer por la fuerza la civilizaciónde los blancos y mestizos, lo que causó como respuesta que las diferenciasculturales fueran vistas como antagónicas y mutuamente excluyentes.
Este proceso se lleva a cabo a pesar de que la legislación boliviana hasta 1994no reconoció a los indios en cuanto nacionalidades propias o comunidades
autónomas, sino sólo como individuos. Actualmente países como Bolivia y
el Brasil han dado los primeros pasos para el reconocimiento jurídico-constitucionalde pueblos y territorios indígenas, pero esta medida se ve y se veráfuertemente contrarrestada por la difusión de las normas y los valores modernosde orientación, por la expansión implacable de la llamada frontera agrícola,por la búsqueda cada día más intensa de recursos naturales y finalmente porla inmensa presión demográfica. No son, por ejemplo, únicamente los blancosen cuanto representantes de la civilización invasora del Norte, sinomestizos de todo tipo y los indígenas provenientes de las tierras altas los queamenazan con destruir para siempre la identidad y los modelos sociales de lastribus selváticas, los territorios, la fauna y los grandes bosques de las regionesamazónicas. En nombre del progreso y la civilización, es decir, en nombre devalores compartidos por las más diversas tendencias sociales y políticas, se estácometiendo un cierto etnocidio unido a una irreversible devastación de dilatadosecosistemas tropicales.
Ahora bien: a las corrientes nacionalistas, regionalistas y particularistas de todo tipo y en el caso boliviano a las etnias originarias les asiste un ciertoderecho. En una época de fronteras permeables, de un sistema globalde comunicaciones casi totalmente integrado y de pautas normativas universales,nace la voluntad de oponerse a las corrientes de uniformamiento ydespersonalización. La legítima aspiración de afirmar la propia identidad socioculturalpuede, sin embargo, transformarse rápidamente en una tendenciaxenófoba, racista, agresiva y claramente irracional, que a la postre pretendela aniquilación del Otro y de los otros.
Uno de los elementos de la identidad es la pertenenciacultural de una persona a grupo,llamada identidad étnica o identidad cultural.
La identidad étnica ha sido definida como lasuma total de los sentimientos de los miembrosde un grupo acerca de los símbolos, valorese historias comunes que les identificancomo un grupo distinto; es la conciencia de unindividuo como miembro de un grupo étnicoy constituye una necesidad humana esencial,porque proporciona un sentido de pertenencia y de continuidad histórica.
Desde el punto de vista de la culturalidad, todoslos miembros de un grupo étnico y cultural tienenderecho a pertenecer a una determinada culturay a ser reconocidos como diferentes; a conservarsu propia cultura y patrimonio cultural –tangibleo intangible-; y a no ser forzados a pertenecera una cultura diferente, o ser asimilados involuntariamente por ella.
En este sentido, el término cultura es tradicionalmente definido como el conjunto de valores,instituciones y prácticas que un pueblo desarrollaen todos los ámbitos de la realidad, paraasegurar su existencia en plenitud y su supervivencia.
Por su parte, el término etnicidad, del griego“ethnos”, que significa pueblo, es la identificaciónde los pueblos según sus rasgos culturales,es decir que lo étnico es lo propio de cada pueblo, identificado por su cultura .
Esto nos lleva a la discusión sobre la terminologíacon la que se realiza el debate de la integraciónétnica actual, entendiendo ésta comola convivencia democrática entre indígenas yladinos o mestizos. La corriente dominante utilizael término multiculturalidad a partir de lareivindicación del derecho a la diferencia en símismo, tendencia criticada por reforzar ideologíasseparadoras; mientras que el término interculturalidad afirma la existencia de un procesode transculturación o hibridación de lasculturas que conviven, corriente criticada porla connotación de “subalternidad” (existenciade una cultura subalterna y una dominante).
Los defensores del término multiculturalidad afirman que no se puede hablar de relacionesinterculturales en condiciones de desigualdad,por lo que debe primero fortalecerse a las culturaspara luego pasar a la interculturalidad, es decir,debe ser una etapa posterior. Mientras tanto, los defensores de la interculturalidad
afirmanque promover la multiculturalidad puede darlugar a fragmentar la sociedad al promover lacoexistencia -y no la convivencia social entreactores culturalmente diferenciados, o unidad en la diversidad .
La conveniencia de utilizar un concepto u otroes una cuestión política, en el sentido de quedepende de la forma en la cual se organizapolíticamente un Estado. Es conveniente utilizarel término multiculturalidad para Estados quese organizan reconociendo la existencia devarias culturas que gozan de cierta autonomíaentre sí; dondese reconoce la existencia del derecho indígenay a las autoridades indígenas, de forma paralelaal derecho y autoridades oficiales . El términointerculturalidad, en cambio, es adecuado parasociedades donde se ha dado una integracióncultural que permite afirmar la existencia de una“nueva” identidad formada por el híbrido delas culturas existentes, las cuales se identificanplenamente con la misma.
Según lecturas  que pude leer autores  hablan de
La identidad étnica, basada en la diferencia racial y cultural, implica la forma de organización social ennacionalidades, comunidades o ayllus, pero discriminada por otras identidades que dominan. El color de lapiel, el cabello y los rasgos somáticos son elementos que conducen hacia la división de los grupos humanos
contrapuestos racialmente, generando prácticas discriminatorias. En este contexto, la discriminación racialgenera divisiones divergentes: unos se sienten superiores sobre otros, considerándolos como subalternos oracialmente inferiores. Frente a esta situación, la descolonización implica superar los elementos colonialesque niegan las formas organizativas sociales originarias y el respeto a la diferencia. Se necesita de accionespolíticas para descolonizar las mentalidades coloniales que todavía generan tendencias de superioridad einferioridad étnico-culturales. De acuerdo a la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia,étnicamente “es nación y pueblo indígena originario campesino toda la colectividad humana que compartaidentidad cultural, idioma, tradición, histórica, instituciones, territorialidad y cosmovisión cuya existencia esanterior a la invasión colonial española”(Constitución Política del Estado).
La identidad cultural implica la pertenencia lingüística, indumentaria, artística, religiosidad, espiritual,arquitectónica, tecnológica y cosmogónica. En otros términos, la identidad cultural está expresada en lamúsica y la danza, en la ritualidad y las expresiones artísticas. El idioma es el máximo elemento de laidentidad cultural, porque expresa los valores culturales, sentimientos y conocimientos. Es un instrumentopara transmitir los saberes y conocimientos, además de ser el mecanismo para razonar y construir losconceptos y las categorías del pensamiento. En otras palabras, el idioma es el elemento de la identidadcultural de las culturas aymara, qhichwa, guaraní y otras. Por tanto, la descolonización conduce hacia lavaloración de la lengua ancestral como elemento componente de la cultura originaria. Desde luego, laidentidad cultural es un derecho de los pueblos originarios que forma parte del conjunto de los derechosculturales. De modo que el patrimonio cultural de “las naciones y pueblos indígena originario campesinos”constituyen “las cosmovisiones, los mitos, la historia oral, las danzas, las prácticas culturales, losconocimientos y las tecnologías tradicionales” o ancestrales (Choque, 2000).
una Reforma Educativa, en éstos términos:
Algunos intelectuales, apoyados en su prestigio y paternalismo intelectual, han lanzado suscriterios de dar muerte al idioma aymara, dando publicidad a sus puntos de vista a travésde los medios de comunicación que tienen a su alcance. Utilizar términos como‘civilización o barbarie’, ‘neobarbarie’ y otras expresiones provocativas es una forma deatacar a la sociedad y cultura aymara. Aprovechando de nuestra situación de ser sometidosa las represiones sociales, económicas, culturales y políticas, se han dado a la libertad delanzar dardos contra la lengua aymara (¿acusándola de contaminadora a la purezacastellana?) y utilizando para ello la Reforma Educativa como trampolín o motivo.
La identidad de género implica el sexo, la edad y el estado civil. Para Rousseau, en la especie humanahay dos clases de desigualdad; una es natural o física, que “consiste en la diferencia de edades, de salud, defuerzas del cuerpo y de las cualidades del espíritu”; y otra, en la desigualdad moral o política, “Ésta consisteen los diferentes privilegios de que gozan unos en perjuicio de otros, como el ser más ricos, másdistinguidos, más poderosos que ellos o aun el de hacerse obedecer.
La identidad ideológica implica la postura política, el pensamiento filosófico y la cosmovisión. Laidentidad ideológica de los movimientos sociales y líderes indígenas está relacionada con las ideas de lalucha contra el sistema de explotación. De esta manera, las acciones políticas y filosóficas, tanto andinas
como amazónicas bolivianas, se constituyen en instrumentos para descolonizar las posturas políticas dedominación y explotación. En este sentido, la lucha de los líderes indígenas desde la invasión hispana hastanuestros días ha creado una identidad ideológica de los movimientos sociales, que es la lucha por la vida y
por la suma jakaña (vivir bien).
Los jóvenes, actualmente, desconocen la historia de su pueblo y paulatinamente van perdiendo laidentidad de sus padres, negando su idioma, costumbres y tradiciones. Al negar su condición indígena porsentirse diferentes y disminuidos, empiezan a valorar lo ajeno por no involucrarse en la problemática de lascomunidades y pueblos indígenas (Pati, 2009: 52). Entre los aymaras, por la influencia de la escuela y elcolegio, hay quienes se creen civilizados, dejando el idioma ancestral al ser castellanizados y sus hijos ya noconocen la lengua de sus abuelos, mientras otros jóvenes aymaras están ansiosos de recuperar su identidad yluchar por rescatar lo ancestral, que es la cultura de la vida.
En la cotidianeidad de la vida escolar, a los adultos les surgenhabitualmente algunas dificultades, tanto para relacionar las prácticasculturales de los jóvenes con los saberes enseñados por la escuela, comopara comprender los lenguajes y las formas de ser de los alumnos de estetiempo. Si bien docentes y alumnos se cruzan y comparten espacios,pareciera presentar dificultades la posibilidad de convivir y entablar diálogos,posiblemente por transitar por una etapa en la cual el sostenimiento deexpectativas compartidas sobre “aquello que debería ocurrir en la escuela” se torna una tarea dificultosa.
En el mundo contemporáneo, la diversidad cultural adquiere nuevas dimensiones, provocadas no sólo por los crecientes movimientos migratorios, sino también por el reconocimiento de grupos antes invisibilizados (tal el caso de los pueblos originarios) y por la necesidad de reconocimiento, valoración y respeto de las diferencias culturales (Sánchez Camacho, 2010).
Se entiende al lenguaje como instrumento de construcción social de la realidad y de comunicación, y, en esa medida, vehículo de construcción y de transmisión cultural (Conf. López, 1997).
Una concepción abierta y dinámica de la cultura, el lenguaje y las prácticas sociales supone poner en cuestión la homogeneidad lingüística y las representaciones escolares acerca de un tipo de lengua ideal, para asumir la evidencia del multilingüismo, concibiéndolo no como un ―problema al cual la escolarización ha de atender, sino como lógica y productiva consecuencia de que los niños son agentes y productores de cultura. En consecuencia, una variedad lingüística  esa “manera de hablar”, como habitualmente decimos, (y agregaríamos: esa manera de callar, que tantas veces entendemos como incapacidad o déficit lingüístico)- no constituye sino un modo de comunicación diferente, que lleva implícitos significados sociales y modos particulares de ver y significar el mundo.

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